Las IA funcionan a través de algoritmos y modelos matemáticos que procesan grandes cantidades de datos. Un ejemplo común es el aprendizaje automático (machine learning), donde las máquinas mejoran su rendimiento con la experiencia.
 

Hoy en día, la IA está en muchas áreas: desde motores de búsqueda y redes sociales hasta diagnósticos médicos y automóviles autónomos. Su impacto es enorme, facilitando tareas, optimizando procesos y generando nuevas oportunidades.
 

Sin embargo, también plantea desafíos, como el uso ético de los datos y la automatización del trabajo. Por eso, su desarrollo debe ir acompañado de regulaciones y un uso responsable.
 

En resumen, la IA es una tecnología poderosa que transforma el mundo, con grandes beneficios, pero también con retos importantes que debemos gestionar.